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Blockchain: el internet del valor (IoV)

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Estamos muy acostumbrados a intercambiar información a través de internet, por ejemplo, correos electrónicos, documentos o imágenes, pero en lo que atañe a intercambiar valor a través de internet, solo estamos empezando a conocer la tecnología blockchain.

Las cosas de valor son naturalmente más propensas al fraude y al robo y, en el caso de algunos activos digitales, es necesario adoptar medidas para evitar la duplicidad de gastos. En este contexto, a veces se hace referencia a las cadenas de bloques como el habilitador del internet del valor.

Hasta cierto punto, las cadenas de bloques están mostrando signos similares a los que se vieron al comienzo de internet, así como el potencial de tener un impacto disruptivo comparable a medida que adquiere mayor madurez.

Mientras que la promesa de la web era permitir el intercambio de información en todo el mundo, la promesa de las cadenas de bloques es permitir el intercambio de valor a través de canales digitales sin fricciones.

La tecnología de la cadena de bloques está pasando actualmente por una fase en la que está adquiriendo mayor madurez, por lo que los beneficios concretos son cada vez más evidentes.

La clasificación de una amplia gama de casos de uso muestra de forma reiterada la formación de grupos en torno a algunas áreas de aplicación, mientras que otros sacan provecho específicamente de la tokenización y los contratos inteligentes.

La cadena de bloques es una tecnología que, entre otras cosas, permite que dos o más personas u organizaciones se transfieran valor entre sí con confianza y seguridad (p. ej., dinero, datos o un activo digital) de forma electrónica, sin o con menos intermediarios (p. ej., un banco).

Esta tecnología proporciona el entorno adecuado para gestionar la información y, lo que es más importante, el movimiento de valor a través de los canales digitales.

Si bien se ha puesto el foco y hay una gran cobertura en relación con las criptomonedas, que se basan en la tecnología «blockchain», la gama de casos de uso va mucho más allá de las monedas digitales. Como regla general, la cadena de bloques se adapta bien a las áreas en las que es necesario establecer cierta confianza entre varias partes.

La cadena de valor de un sector es inherentemente colaborativa, con numerosas asociaciones entre proveedores que permiten orquestar colectivamente la entrega de productos y servicios.

Los contratos inteligentes tienen un elevado potencial para permitir la racionalización de las interacciones entre las empresas. Concretamente, para trastocar procesos como la facturación, la conciliación, la liquidación y la contabilidad en el contexto de un mercado.

Como indicamos anteriormente, la tecnología de la cadena de bloques cuenta con múltiples áreas de aplicabilidad, independientemente del sector. La clasificación de una amplia gama de casos de uso ha dado lugar a las siguientes áreas genéricas de aplicación no excluyentes:

Contratos inteligentes: codificación de acuerdos haciendo hincapié en aspectos que van desde la adquisición hasta el pago.
Tokenización: conversión de los activos en gemelos digitales generalizados.
Procedencia: seguimiento de activos físicos y virtuales valiosos.
Certificación: racionalización de la certificación relativa a la seguridad y la protección.
Identidad digital: gestión de las identidades digitales en toda la cadena de valor.
La decisión de considerar la cadena de bloques como la solución a un problema no es trivial. La expectación desmedida y el miedo a quedar fuera de juego desempeñan un papel no deseado y, como resultado de ello, la toma de decisiones podría resultar algo sesgada al centrarse en la tecnología. Por otro lado, existen numerosos casos de uso en los que la tecnología está en una posición única y donde podría ser una solución ideal.

En cualquier caso, todavía hay algunos desafíos clave que deben abordarse antes de que la adopción tome impulso. La escalabilidad, la gobernanza y el coste de uso se han identificado como los principales obstáculos.

Como regla general, podríamos generalizar diciendo que la cadena de bloques se adapta bien a las áreas en las que es necesario establecer cierta confianza entre varias partes.

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